miércoles, 2 de septiembre de 2015

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Y quien soy para evaluar a lo mundano, quien soy yo para poder imponer hábitos intransigentes que envenenan al cuerpo, al alma. El entorno en el que vivimos día tras día; nos identifica, nos moldea frente a la imagen de los demás mortales, no somos más que clones, pero ¿Cómo lograr una diferencia?, para que nos lleguen a mirar como locos en la tierra de los nadie, actuamos con diferentes patrones que engañan la idea de lo diferente, al fin y al cabo aprovechamos esos momentos de inferencia al máximo a tal punto que se nos vuelven recalcitrantes, repetitivos, cíclicos y ya no queremos probar de ese fruto dulce y a su vez amargo. Entonces, buscamos otro árbol para así poder satisfacer nuestra sed de búsqueda de lo no clónico, ¿será así que aprovechamos nuestro existir? , ¿Será que lo único que da sentido al estar roto, es la inmensidad o lo precario de ser humano? Se lo pregunte a Dios, pero no obtuve respuesta alguna, ¿pero acaso no vive entre nosotros?, sí claro, vive en los bolsillos de las personas, y si lo que me han dicho es cierto, tiene muchos colores, formas y texturas, un imaginario multifacético.
Una vez iba pasando por un andén, y a mi derecha se encontraba una mujer de figura esbelta, llevaba un vestido rojo tipo Chanel, con su sombrero y sus tacones escarlatas; iba caminando decidida, segura, sus pisadas eran fuertes. Lo que no pude entender era el hecho de que cuando intentaba mirar su rostro, solo podía mirar su larga cabellera rubia que le llegaba hasta el coxis, creo que esa mujer es producto de toda la basura que presencio en todos los momentos a los que llaman días, en los escenarios que frecuento. Ya saben, gente hablando de sí mismos, otros renegando de su propia suerte, individuos proclamando que se aman sin siquiera sentir algo de violencia en su interior que los incite a vivir sin reparos. Cada vez que veo lo que veo me pregunto: ¿si hay tanta gente en la tierra, porque hay chicos que sacan al perro a dar una vuelta para evitar estar solos?, no lo puedo entender, si lo que he oído, es que somos una red, un sistema, una inter-conexión. Tal vez porque no podemos tener o al menos entender a los otros un poco junto a la sutilidad; porque el producto de los procesos engendrados por la Historia, solo nos invitan a comprar, a engañarnos, a sentirnos muertos, putrefactos por el hecho de ser humanos.

Productos del sentarse a ver a los demás.                 

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