miércoles, 2 de septiembre de 2015

TODO DENTRO DE LO NORMAL

Yo estaba acostumbrado a dormir bien, hasta que comencé a soñar. Se dice que uno siempre sueña cuando duerme pero que no siempre se recuerda lo soñado, gracias a eso llevaba una vida normal, de mi casa a la universidad y de ella a mi casa cada día, interactuando con personas normales de vidas normales, todos en una ciudad normal a la que le debíamos nuestro glorioso y normal anonimato.
Era viernes en la tarde y estaba en la universidad, recuerdo que ese día jugaba la selección Colombia un partido de futbol, nunca me había gustado el futbol así que rechacé un par de invitaciones a verlo y decidí volver a mi hogar a tomar cerveza mientras escuchaba Hendrix lo cual era una de mis pasiones, la otra era escribir poemas pero me daban náuseas porque eran demasiado malos, sin embargo seguía escribiéndolos. Bebí unas diez latas y en cuanto me cansé de hablar conmigo mismo me dormí en el sofá. Esa noche soñé que andaba sólo por las calles de mi ciudad a altas horas de la noche, todo estaba oscuro, la luna estaba oculta tras una gruesa cortina de nubes, y yo me guiaba por la tenue luz de las farolas que dibujaban el camino, sentía miedo, en mi ciudad caminar sólo  por la noche sigue siendo peligroso, así que estaba intranquilo; Repentinamente y a lo lejos oigo lo que podría ser un motor de sierra, resuena por todo el camino y el eco profundiza ese sonido, miro hacia adelante, el camino parece muy largo así que corrí despavoridamente, hay casas en las orillas del camino pero parecieran abandonadas, sin pensarlo más toqué en una casa de buen aspecto, el sonido del motor se acercaba
-        ¡Abran por favor!  Esperé…  no hubo respuesta. Le di tres puntapiés a la puerta
-       ¡toc! ¡toc! ¡toc!  El motor seguía acercándose.
No podía perder más tiempo, el motor me alcanzaría. Empecé a sudar, sentía mucho frío, sentí la adrenalina deslizarse por todas las partes de mi cuerpo diciéndome que algo no estaba bien y que yo estaba en un gran lío. Llamé a la puerta en tres casas, en ninguna hubo respuesta, la desesperación me mataba, sentía el motor haciéndome presión en las sienes, me dolía la cabeza, comencé a correr desesperadamente con pasos largos e inseguros, resbalé y caí, me dí un fuerte golpe en la cara pero no reparé en eso, me levanté como pude y seguí corriendo, me estaba quedando sin aire, ni mis cansadas piernas ni mis fatigados pulmones aguantaban un segundo más la huida, me detuve pero el motor no, fue ahí que caí en cuenta de que no habian esquinas ni calles perpendiculares, no había desviación alguna solo un gran pasillo largo muy largo, el motor se acercaba más y más, fijé mi mirada hacia donde venía el ruido y esperé, el sonido era intenso pero no apareció nada, la soledad reinaba, el sonido se intensificaba a cada segundo, cuando repentinamente apareció una gran motocicleta, ví una persona vestida de negro que viaja en la parte de atrás de la moto blandía una espada como de dos metros de larga, su brillo era tal que iluminó todo el pasillo. Es mi fin pensé, no hay nada que hacer y me tiré al piso por el cansancio esperando que el filo de la espada descansara en mi cuello; en el momento en que caí de cansancio, desperté.
Desperté tirado en el piso de mi sala, me dolía la espalda y casi todo el cuerpo, pero sobretodo la espalda, estaba cansado como si hubiese corrido una maratón, mire la hora, las cuatro y media de la mañana, me alivió el darme cuenta que solo fué una pesadilla pero yo creia que las pesadillas se generan cuando uno duerme excesivamente, porque en el incosciente uno sabe el tiempo que se está desperdiciando durmiendo de más, asi que se generan sueños malos para despertarnos. No debía seguir durmiendo porque tendría otra pesadilla, asi que estaba en mi cuarto, prendí la luz y me senté, escribí un par de poemas referentes a la muerte, no estaban tan malos pero algo no me gustó, igual, todo lo que escribía acababa en el cesto de basura.
Ese día transucrrió con normalidad, a nadie le conté de mi pesadilla pues no era nada importante, lo único anormal de aquel dia fué que no pude estudiar, no logré concentrarme, y además, Laura quien era lo más cercano a una amiga me advirtió acerca de un hematoma que se había formado justo en mi quijada, tal vez fué cuando me caí del sofá dormido pensé. Esa noche soñé nuevamente que me perseguía un motociclista con una gran espada y no había forma de huír. Desperté a la suguiente mañana a las tres de la madrugada y no volví a dormir, estaba seguro que era por dormir de más.
Estaba tremendamente cansado porque soñé lo mismo una y otra vez, cada noche lo mismo, y cada vez me despertaba más temprano, luego llegó el día en que no dormí, mi aspecto daba lástima, estaba muy flaco, despeinado. Estaba hecho mierda. Laura me preguntaba constantemente qué me sucedía y decidí contarle. Anteayer le revelé el miedo que le tengo a morir, el miedo que ahora le tengo a las motos y mi imposibilidad para dormir. Ella me dijo que estaba loco, igual me importa poco lo que diga, pero estaba demasiado sólo, necesitaba a alguien, y Laura desde ese momento me esquivó y ahora ni me habla.
Ayer y hoy no fuí a mis clases en la universidad, no soporto la calle, es muy peligrosa y toda esa gente conspirando contra mí, sé que me matarán, todos quieren hacerlo, por eso me estoy escondiendo en la casa, tranqué la puerta con pasador y atravesé la mesa en la entrada. Acá estoy bien, pensé. He tomado cerca de veinte tazas de café, no debo dromir, porque me matarán hasta en los sueños. Algunas veces pienso que el motoclista demoniaco saldrá de mi sueño y vendrá a por mí, pero acá estoy a salvo, ya he cerrado todas las ventanas, están trancadas, casi no entra luz pero no puedo encender las luces ni conectar ningun aparato eléctrico porque ellos sabrán que estoy aquí y vendrán por mí.
La comida se me acabó hace rato y estoy realmente hambriento, tendré que salir a buscar comida apesar de que son las dos de la mañana. Cuidadosamente miro por una ventana y alcanzo ver lo que parece una tienda. Con un poco de valor me aventuré a la calle, estaba todo oscuro,la luna estaba oculta tras una espesa cortina de nubes y la tenue luz de las farolas iluminaba a medias el camino. Dando pasos temblorosos, sigo por la avenida, pasados unos minutos, escucho que se acerca rápidamente un sonido como de motor de sierra...

921423250000

Y quien soy para evaluar a lo mundano, quien soy yo para poder imponer hábitos intransigentes que envenenan al cuerpo, al alma. El entorno en el que vivimos día tras día; nos identifica, nos moldea frente a la imagen de los demás mortales, no somos más que clones, pero ¿Cómo lograr una diferencia?, para que nos lleguen a mirar como locos en la tierra de los nadie, actuamos con diferentes patrones que engañan la idea de lo diferente, al fin y al cabo aprovechamos esos momentos de inferencia al máximo a tal punto que se nos vuelven recalcitrantes, repetitivos, cíclicos y ya no queremos probar de ese fruto dulce y a su vez amargo. Entonces, buscamos otro árbol para así poder satisfacer nuestra sed de búsqueda de lo no clónico, ¿será así que aprovechamos nuestro existir? , ¿Será que lo único que da sentido al estar roto, es la inmensidad o lo precario de ser humano? Se lo pregunte a Dios, pero no obtuve respuesta alguna, ¿pero acaso no vive entre nosotros?, sí claro, vive en los bolsillos de las personas, y si lo que me han dicho es cierto, tiene muchos colores, formas y texturas, un imaginario multifacético.
Una vez iba pasando por un andén, y a mi derecha se encontraba una mujer de figura esbelta, llevaba un vestido rojo tipo Chanel, con su sombrero y sus tacones escarlatas; iba caminando decidida, segura, sus pisadas eran fuertes. Lo que no pude entender era el hecho de que cuando intentaba mirar su rostro, solo podía mirar su larga cabellera rubia que le llegaba hasta el coxis, creo que esa mujer es producto de toda la basura que presencio en todos los momentos a los que llaman días, en los escenarios que frecuento. Ya saben, gente hablando de sí mismos, otros renegando de su propia suerte, individuos proclamando que se aman sin siquiera sentir algo de violencia en su interior que los incite a vivir sin reparos. Cada vez que veo lo que veo me pregunto: ¿si hay tanta gente en la tierra, porque hay chicos que sacan al perro a dar una vuelta para evitar estar solos?, no lo puedo entender, si lo que he oído, es que somos una red, un sistema, una inter-conexión. Tal vez porque no podemos tener o al menos entender a los otros un poco junto a la sutilidad; porque el producto de los procesos engendrados por la Historia, solo nos invitan a comprar, a engañarnos, a sentirnos muertos, putrefactos por el hecho de ser humanos.

Productos del sentarse a ver a los demás.