Yo estaba acostumbrado a dormir bien, hasta que comencé a
soñar. Se dice que uno siempre sueña cuando duerme pero que no siempre se
recuerda lo soñado, gracias a eso llevaba una vida normal, de mi casa a la
universidad y de ella a mi casa cada día, interactuando con personas
normales de vidas normales, todos en una ciudad normal a la que le debíamos
nuestro glorioso y normal anonimato.
Era viernes en la tarde y estaba en la universidad,
recuerdo que ese día jugaba la selección Colombia un partido de futbol, nunca
me había gustado el futbol así que rechacé un par de invitaciones a verlo y
decidí volver a mi hogar a tomar cerveza mientras escuchaba Hendrix lo
cual era una de mis pasiones, la otra era escribir poemas pero me daban náuseas
porque eran demasiado malos, sin embargo seguía escribiéndolos. Bebí unas diez
latas y en cuanto me cansé de hablar conmigo mismo me dormí en el sofá. Esa
noche soñé que andaba sólo por las calles de mi ciudad a altas horas de la
noche, todo estaba oscuro, la luna estaba oculta tras una gruesa cortina de
nubes, y yo me guiaba por la tenue luz de las farolas que dibujaban el camino, sentía miedo, en mi ciudad caminar sólo por la noche sigue siendo peligroso, así que
estaba intranquilo; Repentinamente y a lo lejos oigo lo que podría ser un motor
de sierra, resuena por todo el camino y el eco profundiza ese sonido, miro
hacia adelante, el camino parece muy largo así que corrí despavoridamente, hay
casas en las orillas del camino pero parecieran abandonadas, sin pensarlo más
toqué en una casa de buen aspecto, el sonido del motor se acercaba
- ¡Abran por favor! Esperé…
no hubo respuesta. Le di tres puntapiés a la puerta
- ¡toc! ¡toc! ¡toc! El motor seguía acercándose.
No podía perder más tiempo, el motor me alcanzaría.
Empecé a sudar, sentía mucho frío, sentí la adrenalina deslizarse por todas
las partes de mi cuerpo diciéndome que algo no estaba bien y que yo estaba en
un gran lío. Llamé a la puerta en tres casas, en ninguna hubo respuesta, la
desesperación me mataba, sentía el motor haciéndome presión en las sienes, me
dolía la cabeza, comencé a correr desesperadamente con pasos largos e
inseguros, resbalé y caí, me dí un fuerte golpe en la cara pero no reparé en
eso, me levanté como pude y seguí corriendo, me estaba quedando sin aire, ni
mis cansadas piernas ni mis fatigados pulmones aguantaban un segundo más la
huida, me detuve pero el motor no, fue ahí que caí en cuenta de que no
habian esquinas ni calles perpendiculares, no había desviación alguna solo un
gran pasillo largo muy largo, el motor se acercaba más y más, fijé mi mirada
hacia donde venía el ruido y esperé, el sonido era intenso pero no apareció
nada, la soledad reinaba, el sonido se intensificaba a cada segundo, cuando
repentinamente apareció una gran motocicleta, ví una persona vestida de negro que viaja en
la parte de atrás de la moto blandía una
espada como de dos metros de larga, su brillo era tal que iluminó todo el
pasillo. Es mi fin pensé, no hay nada que hacer y me tiré al piso por el
cansancio esperando que el filo de la espada descansara en mi cuello; en el
momento en que caí de cansancio, desperté.
Desperté tirado en el piso de mi sala, me dolía la
espalda y casi todo el cuerpo, pero sobretodo la espalda, estaba cansado como
si hubiese corrido una maratón, mire la hora, las cuatro y media de la mañana,
me alivió el darme cuenta que solo fué una pesadilla pero yo creia que las
pesadillas se generan cuando uno duerme excesivamente, porque en el incosciente
uno sabe el tiempo que se está desperdiciando durmiendo de más, asi que se
generan sueños malos para despertarnos. No debía seguir durmiendo porque tendría
otra pesadilla, asi que estaba en mi cuarto, prendí la luz y me senté, escribí un
par de poemas referentes a la muerte, no estaban tan malos pero algo no me
gustó, igual, todo lo que escribía acababa en el cesto de basura.
Ese día transucrrió con normalidad, a nadie le conté de
mi pesadilla pues no era nada importante, lo único anormal de aquel dia fué que
no pude estudiar, no logré concentrarme, y además, Laura quien era lo más
cercano a una amiga me advirtió acerca de un hematoma que se había formado
justo en mi quijada, tal vez fué cuando me caí del sofá dormido pensé. Esa
noche soñé nuevamente que me perseguía
un motociclista con una gran espada y no había forma de huír. Desperté a la
suguiente mañana a las tres de la madrugada y no volví a dormir, estaba seguro
que era por dormir de más.
Estaba tremendamente cansado porque soñé lo mismo una y
otra vez, cada noche lo mismo, y cada vez me despertaba más temprano, luego
llegó el día en que no dormí, mi aspecto daba lástima, estaba muy flaco, despeinado. Estaba hecho mierda. Laura me preguntaba constantemente qué me sucedía y decidí
contarle. Anteayer le revelé el miedo que le tengo a morir, el miedo que ahora
le tengo a las motos y mi imposibilidad para dormir. Ella me dijo que estaba
loco, igual me importa poco lo que diga, pero estaba demasiado sólo, necesitaba
a alguien, y Laura desde ese momento me esquivó y ahora ni me habla.Ayer y hoy no fuí a mis clases en la universidad, no soporto la calle, es muy peligrosa y toda esa gente conspirando contra mí, sé que me matarán, todos quieren hacerlo, por eso me estoy escondiendo en la casa, tranqué la puerta con pasador y atravesé la mesa en la entrada. Acá estoy bien, pensé. He tomado cerca de veinte tazas de café, no debo dromir, porque me matarán hasta en los sueños. Algunas veces pienso que el motoclista demoniaco saldrá de mi sueño y vendrá a por mí, pero acá estoy a salvo, ya he cerrado todas las ventanas, están trancadas, casi no entra luz pero no puedo encender las luces ni conectar ningun aparato eléctrico porque ellos sabrán que estoy aquí y vendrán por mí.
La comida se me acabó hace rato y estoy realmente hambriento, tendré que salir a buscar comida apesar de que son las dos de la mañana. Cuidadosamente miro por una ventana y alcanzo ver lo que parece una tienda. Con un poco de valor me aventuré a la calle, estaba todo oscuro,la luna estaba oculta tras una espesa cortina de nubes y la tenue luz de las farolas iluminaba a medias el camino. Dando pasos temblorosos, sigo por la avenida, pasados unos minutos, escucho que se acerca rápidamente un sonido como de motor de sierra...